¿Nunca has tomado una decisión con el estómago? Aunque parezca mentira, los intestinos juegan un papel en la percepción de nuestros sentimientos e incluso, en ocasiones, el estómago nos dice las decisiones correctas antes que la mente. Esto se debe a que los ganglios basales, núcleos que conforman una red nerviosa, que se encargan de la toma de decisiones y además tienen una vinculación con el tracto intestinal. Una de esas tantas curiosidades que forman parte de la inteligencia emocional y el cerebro.
Daniel Goleman (1946) es un psicólogo, escritor y periodista que tiene una gran trayectoria estudiando las competencias emocionales y cómo participan en nuestra inteligencia, entre sus obras tiene Inteligencia emocional (1995), que permanece por más de un año como el libro más vendido en Estados Unidos, y una de sus últimas obras El cerebro y la inteligencia emocional (2015) ofrece una visión moderna acerca de la inteligencia, exponiendo nuestra limitaciones en lo que conocemos como inteligencia y ofreciendo una nueva perspectiva acerca de esas capacidades esenciales que necesitamos para vivir.
“La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer las emociones – tanto propias como ajenas – y de gestionar nuestra respuesta a ellas” Daniel Goleman
El mismo define la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer las emociones – tanto propias como ajenas – y de gestionar nuestra respuesta a ellas”. Una habilidad para percibir y comprender nuestras emociones, lo cual es el primer paso para percibir y comprender las emociones de los demás. Habilidades que al igual que las físicas y las mentales, se pueden entrenar y poner en práctica para desarrollar una destreza crítica que ayuda a guiar los pensamientos y reflexionar sobre nuestras decisiones.
Pero estas no provienen de un lugar mágico dentro de nuestro cuerpo donde linda el espíritu con el universo, ni provienen directamente del corazón – aunque en ocasiones sirve como su interprete -, sino que nacen directamente de un entrelazado de complejos que suceden en nuestra mente.
¿De dónde viene lo que sentimos?
Según lo mencionado por Goleman, hay diferentes estructuras en el cerebro que se encargan de diferentes sistemas de procesamiento de información emotiva. Entre ellos los ganglios basales se encargan de la toma de decisiones, de medir las cosas que nos suceden en una balanza entre favorable y desfavorable, entre bueno y malo, entre blanco y negro; y aunque hay una gama infinita de grises cada decisión requiere una evaluación importante entre lo muy muy gris y lo un poquito menos gris.
De la misma manera, la amígdala derecha nos ayuda a concebir nuestra conciencia, a reconocer nuestras propias emociones y ser conscientes de nuestros propios sentimientos. Esta guarda una relación directa con el hemisferio derecho del cerebro que se encarga de la empatía, esa serie de circuitos cerebrales que se extiende por todo el cuerpo detecta los estímulos que provienen de sus terminaciones nerviosas en la punta de nuestros dedos y cada órgano capaz de experimentar dolor, son estas las que le dan forma a eso que llamamos emoción, sentimiento o corazón roto.
Emociones, impulso y empatía
En la relación que mantienen estas estructuras es donde se gobierna la inteligencia emocional, y según estudios de Bar-On, citados por Goleman en su libro, cuando los pacientes sufren algún tipo de daño o inflamación en estas zonas deriva en sus capacidades para relacionarse con sus emociones y por consecuencia de forma social. Algo que vale la pena recordar cuando nos topamos con alguien irascible, intolerante o irrespetuoso, toda emoción negativa viene de algún lugar en específico y a veces solo necesitamos pararnos un momento, respirar, tomar conciencia de lo que siente nuestro cuerpo y buscar una mejor solución.
Tener control sobre esas emociones que parten de nuestro interior y reconocer las que vienen de alguien más, también son vitales para controlar los impulsos, de quienes se encargan la circunvolución del cíngulo anterior en el cerebro. Una vez descrito lo que sentimos, pasan a esa parte del cerebro que las gestiona y produce las acciones que tomaremos como respuesta.
El conjunto de estructuras, sistemas, procesos y estímulos que forman parte del mapa mental que nos permite gestionar nuestras emociones juega un papel fundamental en cómo nos desenvolvemos en la cotidianidad, cómo afrontamos los problemas que nos ocurren y en cómo nos relacionamos con los demás. Tener un conocimiento sobre cómo funciona la inteligencia emocional es apenas un paso corto hacia dominarla, pero un paso que debemos dar para alcanzar, paso a paso, al bienestar.