Los ciclos nos acompañarán toda la vida, desde que nacemos hasta el día que dejemos esta tierra atravesaremos muchos cambios y es algo intrínseco en la naturaleza. Uno de esos cambios que compartimos todos es el de las estaciones, aunque en Venezuela vivimos apenas dos de ellas que se dividen en dos grandes temporadas. Los solsticios son compartidos mundialmente. Hoy 21 de junio, es el solsticio de verano y es una excelente oportunidad para tomar este ritual para abrir los brazos a la alegría y la abundancia.

A través de las celebraciones nos damos de la mano con los ciclos, con los cambios y con la llegada de nuevas oportunidades. Aprender a hacerlo con esperanza nos permite tener una mejor perspectiva con respecto a lo que viene para nosotros. El primer Dios que tuvimos como humanos fue ese gigante amarillo que se levantaba y acostaba todos los días sobre el horizonte. A su alrededor han brotado innumerables mitos y leyendas que nos ayudado a comprendernos a nosotros mismos.

Solsticio de verano

En diferentes culturas estas leyendas y mitos han encontrado un lugar común en el solsticio de verano coincidiendo en que este día representa una oportunidad para renovar energías y abrir los brazos a las posibilidades que trae las nuevas etapas.

Un solsticio ocurre cuando el Sol alumbra con mayor amplitud sobre un plantea porque su inclinación está en perfecta dirección perpendicular, esto significa que la luz del sol alumbra sobre una extensión más grande de la tierra que en cualquier otra fecha del año. A partir de este momento empieza una temporada de crecimiento, ya que las tierras reciben la energía de esa gigante estrella en su mayor amplitud.

La noche de San Juan y otras celebraciones

La interpretación de esta fecha se ha convertido en diferentes tipos de celebraciones y la más cercana a los venezolanos es la noche de San Juan, que a través de la historia se cambió la fecha al 23 de junio para que estuviese ligado al nacimiento de San Juan Bautista. Una de las herencias que nos deja la cultura española que se convirtió en la procesión en homenaje al santo que se celebra los 24 de junio en diferentes pueblos de Venezuela.

Pero este no ha sido la única celebración que ha extendido sus idiosincrasias en el plantea, en la prehistoria era considerada como una fecha de alegría, en la antigua china se celebraba la energía femenina, en la antigua tierra de Israel se tenían templos perfectamente alineados con la dirección del Sol de esta fecha, en Europa se veneraba el fuego y el amor, con bailes junto a hogueras se impulsaba la energía del sol para que mantuviera su potencia, y en países como España, tataraabuelos de nuestra cultura se celebraba la Noche de San Juan.

Abrir los brazos a la alegría y la abundancia

Más allá de la cultura o las tradiciones que celebres personalmente o en familia, cada una de estas fechas resultan importantes porque la vida es más interesante cuando dejamos que esas raíces culturales y hasta místicas que compartimos con la humanidad salgan a flor de piel dejándonos emocionar por esas no-tan-pequeñas cosas que suceden constantemente a nuestro alrededor.

Porque la vida es para eso, para vivirla. Para demostrar constantemente que hay razones para sonreír, para estar alegres, para compartir en familia, para tomar cada excusa que se nos presente en el camino para tomar las flores en la mano y disfrutar de su olor como si se tratara solo de eso, de poesía, de mirarnos a los ojos y pretender que siempre hemos estado enamorados de los mismos ojos, de levantar los brazos al cielo y bailar junto a esas hogueras que siempre encenderán dentro del corazón. De recibir cada solsticio con los brazos abiertos a la alegría y la abundancia.

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