¿Has visto recientemente una foto de antes de la pandemia y no te reconoces? ¿Te pusiste tus jeans favoritos y ya no te suben?
Es normal que en cuarentena se hayan visto ciertos cambios en nuestros cuerpos, llegando a la conclusión de que hemos aumentado unos cuantos kilos, aunque también es cierto que hubo gente que perdió peso. La empresa global de investigación de mercados IPSOS reportaba en mayo un estudio que indica un aumento de peso en el 60% de los adultos latinoamericanos durante la pandemia del COVID-19.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud” (2021) y, gracias a la nueva realidad que vivimos, causada por la pandemia de la COVID-19, la salud pública ha sufrido daños sin precedentes en cada uno de sus ámbitos, siendo uno de ellos la nutrición.
Nuestra nutricionista Margaret Prada, graduada en la Universidad Central de Venezuela (UCV), nos explica un poco sobre estas subidas de peso en pandemia, sus causas y qué podemos hacer para combatir sus efectos.
¿Se puede decir que hay una relación entre el confinamiento, producto de la cuarentena, y la ansiedad/estrés como catalizadores de la mayor ingesta calórica?
—Podemos suponer que la pandemia ha modificado nuestros ambientes y hábitos alimenticios, incluyendo cambios en la forma en que adquirimos los alimentos, su preparación y su consumo. El confinamiento por mucho tiempo podría conducir a patrones de alimentación irregulares y mayor sedentarismo, asociándose con una mayor ingesta calórica y riesgo de malnutrición.
—De acuerdo con un estudio internacional sobre los efectos del confinamiento en los hábitos alimentarios y la actividad física -continúa contando la Lic. Prada-, los participantes reportaron haber aumentado su consumo de alimentos poco saludables, así como una mayor frecuencia de episodios de comer sin control, además de recurrir a los refrigerios durante la noche.
¿Existe un factor emocional en el aumento de peso?
—Se ha encontrado evidencia empírica de la influencia de las emociones sobre la conducta alimentaria. También se ha sugerido que la emoción en sí misma no puede ser responsable de excesiva ingesta, sino que, más bien, la verdadera causante del sobrepeso es la forma en que la emoción es afrontada por la persona. En el contexto de la pandemia, muchas personas están comiendo más, ya sea porque tienen el refrigerador de su hogar a disposición o compran mayor cantidad de alimentos procesados.
—Es importante identificar la sensación de hambre, porque necesitar ingerir más alimentos tal vez sea producto de todo lo que está pasando a nivel ambiental, es decir, lo que transmite la televisión, las redes sociales y el estado de cuarentena, que generan factores estresantes y que se canalizan a través de los deseos de comer un alimento en específico.
¿Durante la pandemia se ha visto el incremento de la ingesta calórica como tal o hay trastornos de alimentación específicos que hayan aflorado, tales como atracones?
—La pandemia ha llevado a muchos a experimentar ansiedad por comer, que es una necesidad emocional y es distinto a tener hambre. Al estar más tiempo en casa nos es más fácil visitar el refrigerador, picotear, o comer por aburrimiento.
—En algunos casos, las personas al sentir que la ansiedad no se puede controlar terminan por comer más de lo necesario y eso los lleva a la ganancia de peso, a sentir culpabilidad por comer alimentos no saludables y desarrollar malos hábitos alimentarios. De hecho la publicación especializada Redacción Médica expone un aumento de los trastornos alimenticios durante la pandemia.
¿Qué errores comunes podríamos estar cometiendo en nuestra pérdida de peso?
- Saltarse comidas: al hacerlo nuestro organismo tarda más en quemar calorías, incrementa la sensación de hambre en horas posteriores y comenzamos a tener problemas para adelgazar.
- No variar los alimentos: debemos recordar que hay multitud de recetas sanas bajas en calorías que podemos ir alternando en nuestros menús semanales para evitar caer en la monotonía.
- No comer suficiente: tenemos que aprender a seleccionar aquellos alimentos que nos sacian, pero que tienen pocas calorías y con un alto poder nutritivo.
- Picar entre comidas: podemos prepararnos un repertorio de productos saludables que nos ayuden a regular el apetitoen los momentos de ansiedad; tales como fruta picada, frutos secos, batidos naturales de frutas sin agregado de azúcar, por nombrar algunos.
- Azúcar consumido en cantidades excesivas: alimentos ricos en azúcares (jugos pasteurizados o refrescos), con frecuencia favorecen la aparición de caries y también pueden facilitar la aparición de la obesidad, e incluso diabetes.
- No realizar meriendas saludables: es recomendable tener una variedad de snacks saludables, tales como: pasitas, frutos secos, frutas, así como preparar postres sanos en casa (ensaladas de frutas, compotas y manjares caseros)
- No hidratarse lo suficiente: la hidratación es esencial para la digestión, la absorción, metabolismo y quemar calorías, por eso se recomienda beber mínimo dos litros de líquido al día.
- No hacer ejercicio o basar la pérdida de peso en él: a la hora de perder peso es tan malo no hacer ejercicio, como hacer en exceso porque a la larga influye en la perdida de grasa corporal.
- Improvisación de comidas en el día: es necesario planificar los menús semanales y el resultado de la desorganización es una práctica alimentaria desequilibrada que conduce al exceso de peso.
- Cambios de estilos de vida saludable, sin caer en obsesiones: la única forma de crear un desequilibro energético saludable es encontrado un equilibrio entre las calorías que comemos y el ejercicio físico que realizamos.
¿Cuál es la mejor manera de llevar una pérdida de peso sana?
—Con la consulta, la única forma de llevar una pérdida de peso saludable es bajo la guía de un especialista en nutrición y dietética. Sin embargo, el buen nutricionista se encarga de mucho más que el acompañamiento en la perdida de peso, este se encarga de adaptar la alimentación del paciente en torno a los objetivos nutricionales y el estado de cada paciente, el cual puede ser una mujer embarazada, un niño o adolescente, además de personas que quieran conocer su estado nutricional actual.
—La labor del nutricionista no se trata de hacer una dieta y vivir en ella todo el año, sino que el paciente haga cambios en sus hábitos alimentarios y para eso el nutricionista te puede planificar los menús ajustado a lo que son tus requerimientos nutricionales más allá de hacer dietas monótonas. El nutricionista tiene que ver la condición integral del paciente, incluso psicológica, porque existen otros factores asociados como el hambre emocional, estrés que hoy en día influyen mucho más gracias al contexto en el que vivimos. ¡Asiste a una consulta con tu nutricionista! Trata tu salud a tiempo.