La discapacidad, una diferencia más de las muchas que tenemos.
El Día Internacional de las Personas con Discapacidad fue declarado en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
A lo largo de la historia el tratamiento de la discapacidad en una persona ha sido concebida de diferentes formas. Hasta el siglo XVIII la persona con discapacidad es excluida y tratada como un «animal salvaje» o como algo feo, malo, monstruoso y hasta como un «castigo divino”, por lo que debe ser expulsado de la sociedad. A finales del siglo XVIII comienza una etapa que se podría definir como «domesticación» en la cual la persona con discapacidad deja de ser excluida y comienza ser tratada como un ser humano «pero enfermo», «domesticación» que es enfocada a través de las ciencias médicas y hasta de la psiquiatría, en el caso de la discapacidad intelectual y de la enfermedad mental. A partir de los años sesenta del siglo XX, la persona con discapacidad comienza a conquistar su condición humana y paulatinamente es incorporado a la sociedad con total aceptación y respeto a su diferencia y con la normalización de su entorno. Desde entonces han surgido diferentes modelos como respuesta conceptual a la discapacidad.
El modelo médico que, basado en el criterio científico, considera a la discapacidad un problema individual causado por alguna condición de salud que puede ser subsanada con tratamiento médico curativo o rehabilitador y con políticas de salud orientadas a la adaptación de la persona a la sociedad. Los rasgos de este modelo están contenidos en la Clasificación internacional de deficiencias, discapacidades y minusvalías. Manual de clasificación de las consecuencias de la enfermedad (CIDDM) formulada en 1980 por la Organización Mundial de la Salud. El modelo social el cual intenta corregir las lagunas del modelo médico y presenta a la discapacidad no como una característica personal, sino que surge como resultado de su interacción con las estructuras sociales; la discapacidad ya no es una tragedia y la respuesta a ella estaría en una intervención del entorno social para eliminar las barreras que conducen a la exclusión de la persona con discapacidad, con el fin de propiciar así su integración.
Las críticas al modelo médico, plasmado por la Organización Mundial de la Salud en la CIDDM de 1980, llevaron a la OMS a revisar dicha clasificación con el propósito de armonizar el modelo médico con el modelo social y surge así, en el año 2001, Clasificación internacional del funcionamiento, la discapacidad y la salud.
Pero la teorización sobre el tema ha continuado hasta llegar a conceptuar a la persona con discapacidad como un sujeto de derecho y por ello en diciembre de 2006 la Asamblea General de la ONU aprueba la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad cuyos principios generales contemplan «El respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas; la no discriminación; la participación e inclusión plenas y efectivas en la sociedad; el respeto por la diferencia y la aceptación de las personas con discapacidad como parte de la diversidad y la condición humanas; la igualdad de oportunidades; la accesibilidad; la igualdad entre el hombre y la mujer; respeto a la evolución de las facultades de los niños y las niñas con discapacidad y de su derecho a preservar su identidad.
En conclusión, la discapacidad es parte de la condición humana y se debe comprender que la humanidad es diversa, que dentro de esa inmensa diversidad se incluyen las personas con discapacidad, que todos somos diferentes, que la discapacidad es una diferencia más de las muchas que existen entre los seres humanos y que las personas con discapacidad tienen los mismos derechos y obligaciones que todos.